Concerts al Mèdol
Durant la visita a la pedrera romana del Mèdol es va comentar l’ús que se li va donar per a la celebració de concerts en el passat. Les evidències històriques són escasses, però d’algunes en tenim relats i foto:
16 de Setembre de 1930
EL I CONCIERTO-NATURA DE “EL MEDOL”, CONSTITUYE UN EXITO COMPLETO
No nos equivocábamos días atrás al afirmar que el I Concierto Natura de “El Mèdol”, había despertado el más vivo interés en Tarragona y aún fuera de ella. La realidad lo ha demostrado en forma fehaciente, pues el éxito de concurrencia no pudo ser mayor, dadas las posibilidades del terreno para la colocación de sillas.
RITA BROSA
Rita Brosa, la admirable pianista de tierras tarraconeses, también por lo mismo que es nacida en Reus, fue para los oyentes una simpática revelación, que causó en todos la impresión más favorable. Pese a la dificultat que ofrece siempre la ejecución de obras de concierto en un piano nuevo, supo dar a la interpretadas tal relieve y brillantez que no era posible exigir más. Sus dotes interpretativas, su temperamento y su maestría, quedaron de manifiesto, tanto en los estudios de Chopin (cuyas melodías tenían un especial encanto al palpitar en aquel romántico recinto surgido de las aladas manos de la artista) como en el “Suspiro” de Litz, “Mallorca” de Albéniz y la “Danza del Molinero” de Albéniz.
La labor de Rita Brosa, exquisita y sobria como corresponde a quien conoce y siente los secretos y recursos del arte pianístico sin abusar nunca de ellos con irrespetuosos efectismos, satisfizo plenamente al auditorio, que la hizo objeto de tantas demostraciones fervorosas de asentimiento y simpatía, como obras ejecutó en la parte del programa a ella confiada. Y digamos para el final que en una fiesta de la acusada espiritualidad de esta que reseñamos, nada podía producir al público más halagadora y adecuada impresión, que la causada por el arte de esta pianista que además de ser una excelente artista, es una bella y encantadora mujer.
EL SERVICIO DE AUTOMNIBUS
No fue este servicio todo lo perfecto que hubiera sido de desear, por la actitud poco razonable que adoptó, según se nos dice, el dueño o encargado de alguno de los carruajes. Este hecho, y el accidente ocurrido a uno de los coches que debía recoger a los últimos espectadores en su regreso a la capital, ocasionó algunas molestias, que se vieron agravadas por la lluvia que, providencialmente, cayó cuando ya el concierto había terminado y se hallaban en Tarragona la inmensa mayoría de los concurrentes al mismo. Aquel mismo accidente, originó cierto contratiempo a unas familias que acompañando a la admirable pianista Rita Brosa, debían ser conducidas por aquel carruaje desde esta ciudad a la Canonja, de cuerdo con lo establecido por la Comisión organizadora. En el fondo, fue debido todo esto al hecho de haber tenido que ser aplazado el Concierto, pues en la fecha 21 de Agosto en que debía primeramente celebrarse, por la mayor duración de la tarde y seguridad del tiempo, el regreso de la concurrencia hubiérase podido efectuar en forma perfectamente normal.
17 de Setembre de 1930
OPINIONES AJENAS SOBRE EL I CONCIERTO-NATURA DE “EL MÈDOL”
Como estaba anunciado, el domingo tuvo lugar en “El Mèdol” un concierto a cargo de la pianista Rita Brosa y de Juan Gibert, violoncelista, y a beneficio de la colonia escolar de la playa del Milagro que sostiene la Junta provincial antituberculosa.
Un viaje en autobús desde Tarragona, con las deficiencias de organización propias de tales casos; rosario de automóviles en la carretera; bocinazos a granel; Cantón y Shanghai en sendos letreros sobre unas barracas; los chinos no se ven pero se vislumban; a lo largo de la cinta asfaltada, piedras blanas, antipáticas, que marcan las lindes de los cotos de caza, exclusivismo. Un éxito de público, no una multitud, pero sí una estupenda selección.
“El Mèdol”. Manifestación a través de los siglos de la grandeza romana y del sentido patricio de los romanos; elegancia de línea, aún en esa aguja que se yergue altiva en competencia con pinos y cipreses. El romanticismo perdió uno de sus mejores escenarios: los románticos no supieron apreciar esta “trouvalle”. Chateaubriand de haberlo visitado, hubiera situado en su recinto el último capítulo de “El último abencerraje”. El concierto, algo de buen tono y verdadero recreo de espíritu. Rita Brosa tocó con mucho sentimiento y dominio del mecanismo, entre otras composiciones, “La danza del molinero” de Falla, a la que supo imprimir su verdadero sabor, y “Mallorca”, la conocida obra de Albéniz, que bordó primorosamente. Juan Gibert, acompañado por aquella, sacó un estupendo partido de la obra de Turina “Jueves santo a media noche” y del intermezzo de “Goyescas” del malogrado Granados, realizando una verdadera filigrana en la “Canción India” de Rimsky-Korsakoff.
Ambos artistas recibieron calurosos aplausos de la concurrencia.
En resumen, un éxito completo y de todos.